En el anterior artículo vimos un método para optimizar nuestro acceso a blogs, sitios de noticias, etc. mediante el uso de los agregadores o lectores de RSS. Tal y como planteaba, el paso siguiente, sería decidir el procedimiento que usamos para recopilar y archivar la información que consideremos importante. Todo buen archivado tiene que partir de la premisa de que el procedimiento de almacenamiento vaya acompañado de un procedimiento simple y efectivo de recuperación de los datos. En este artículo os comentaré el proceso que sigo actualmente y que está en constante evolución. Para llegar a la explicación de mi método, primero os voy a ir detallando cual ha sido mi trayectoria y por qué he ido evolucionando dicho método.
Lo primero que hacemos cuando nos iniciamos en Internet es aprender a guardar las direcciones de las webs que nos interesan en los marcadores (o favoritos) de nuestro navegador. Evidentemente, se presenta un problema, solo tenemos acceso a nuestros recursos almacenados desde un navegador concreto y en un ordenador concreto. Hemos perdido la movilidad tan importante en nuestros días, tenemos ordenador en el departamento, en las aulas, en casa, portátiles, netbooks, móviles y, ahora, tablets. La solución que adopté hace unos años consistía en exportar e importar marcadores, la que era claramente ineficiente.
En cuanto salieron al mercado, en concreto para firefox, diferentes extensiones que nos permitían sincronizar nuestros marcadores entre diferentes ordenadores vía Internet, no tarde ni 2 segundos en instalarme una (SyncPlaces) que funciona francamente bien. Pero esta solución carece de las opciones más sociales que nos aporta la web 2.0, compartir nuestros marcadores con los demás y encontrar los marcadores cuando empiezas a tener un gran número no es nada sencillo.
En cuanto conocí la existencia de herramientas web 2.0, que permitían realizar las tareas de tener mis marcadores accesibles desde cualquier lugar, poder compartirlos con la comunidad y crear un buen sistema de clasificación, me di de alta en este servicio. Os preguntaréis que servicio era, pues nada más y nada menos que Delicious. Mas tarde por las razones que expliqué en otro artículo del blog, emigré a Diigo, servicio en el que actualmente sigo y que me da más posibilidades que Delicious.
El funcionamiento de un servicio de marcadores sociales es muy sencillo, una vez que nos demos de alta en el servicio tendremos una cuenta en la que podemos ir añadiendo los marcadores de las páginas web que consideremos interesantes. Asociada a dicha cuenta, tendremos una dirección pública que permite a cualquier persona acceder a nuestros marcadores públicos (por supuesto podemos guardar los marcadores como privados). En el caso de Diigo la dirección pública es http://www.diigo.com/user/usuario, donde usuario es nuestro nick, por ejemplo, la mía es: http://www.diigo.com/user/aomatos.
Para guardar las páginas tenemos básicamente dos posibilidades:
- Desde la web de diigo, este método es laborioso e incomodo, pero si estamos en un ordenador que no es el nuestro, puede ser el único modo.
- Usar un plugin o extensión para el navegador que usemos (existen para casi todos los navegadores). Con este plugin tendremos un botón para guardar el marcador que deberemos usar una vez que estemos en la página deseada. Nos saldrá una ventana con los datos a completar: dirección URL y título (los completará el plugin automáticamente), una descripción y las etiquetas (tags) usadas para clasificar el marcador. Para Diigo podéis encontrar las extensiones en: http://www.diigo.com/tools/toolbar
Es recomendable que cada vez que guardemos un marcador le pongamos una descripción y un título que refleje el contenido de la página que estamos guardando (a veces el título que ponen a las páginas no refleja correctamente el contenido).
Y la otra parte fundamental, es asignarle las etiquetas o tags correspondientes, siempre pensando que nos faciliten la búsqueda posterior. El sistema de etiquetas o tags que usemos es personal y van a formar nuestro propio sistema de clasificación. A este sistema de clasificación se le conoce como folcsonomía (clasificación del pueblo) que se contrapone a las clásicas taxonomías, en que no existe una jerarquía entre etiquetas y que cada persona puede crearse las suyas propias. No existe ninguna norma sobre que etiquetas debemos de poner a cada marcador, debemos de pensar que palabras definen mejor a los marcadores y tener siempre presente que luego vamos a buscar mediante esas palabras. A pesar de no haber ninguna norma, existen etiquetas que usamos prácticamente todo el mundo: matemáticas, web2.0, educación, aprendizaje-colaborativo, …
Nota1: Uno de los métodos que uso para encontrar buenos recursos en diigo o delicious, es buscar mediante etiquetas y examinar el número de personas quehan guardado cada marcador o recurso. Es de suponer que los marcadores que más gente ha archivado tendrán mayor calidad. Esta es una de las características sociales de este servicio que se apoya en la inteligancia colectiva.
Para muestra un botón, si busco por educación, se puede ver que las que tienen un número alto, son páginas de referencia en el tema. En concreto, salen Educacontic y Eduteka (ahí es nada):
Os pongo un ejemplo para que lo entendáis mejor.
Si estamos guardando las páginas de los museos del mundo, podemos optar por etiquetar solo con la palabra museo. A la larga, si tenemos clasificados más de 100 museos, al buscar por la etiqueta museo nos va a costar encontrar, por ejemplo, el museo del Prado. Si hubieramos puesto las etiquetas: museo, España, Madrid y pinacoteca, la búsqueda posterior sería mucho más sencilla. Al buscar los marcadores con las etiquetas España y museo, nos saldrán todos los museos de España. Si añadimos a la búsqueda Madrid nos encontrará los Museos de Madrid lo que acota mucho más …
Os muestro una parte de mi folcsonomía en diigo (un exceso de etiquetas no supone penalización a la folcsonomía):